«Rebosante de detalles de viaje»
Cuando la familia Flanagan viaja a Cancún, México, en esta segunda novela de la serie, K.C. detecta sucesos potencialmente nefastos en una zona de exploración arqueológica y es incapaz de resistir la tentación de ponerse la gorra de detective. La península de Yucatán está muy bien representada y la historia se enriquece con interesantes fragmentos de historia maya y española. La historia avanza a un ritmo pausado y, como ocurre con todas las series, el atractivo se vuelve más adictivo con cada aventura al volver a las vidas de amigos conocidos. Resulta refrescante que ninguno de los padres o sus seres queridos aparezcan dibujados con trazos tópicos y arpías, y ni una sola vez en los dos libros nuestra heroína recurre a quejarse de su espantoso pelo o de su aspecto imposible. K.C. se gusta a sí misma, lo que la hace bastante simpática. (Teresa Toten, Quill & Quire)
En esta segunda y trepidante aventura de KC Flanagan, Chica Detective, KC acompaña a su padre, a su hermano y a la nueva pareja de su padre, Linda Hebert, a la península mexicana de Yucatán y a la impresionantemente bella isla de Isla Mujeres, frente a Cancún. Aunque KC sólo quiere relajarse, inevitablemente descubre un complot para robar un tesoro hundido y acaba metida en un buen lío. Al final, consigue que detengan a los autores y se asegura de que el tesoro acabe en los museos locales.
School Library Journal recomienda la primera novela de KC Flanagan como un «título que funcionará bien donde los misterios son populares y en conjunción con estudios sociales o unidades multiculturales».