"Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia y hallar gracia que nos ayude en nuestro momento de necesidad." Hebreos 4:16
PREFACIO
El escritor de las siguientes páginas se ha esforzado por exponer el deber -el privilegio- y la bendición de la oración humilde, sincera y perseverante. No ha intentado ningún arreglo particular del tema, sino que ha tratado de presentar a sus lectores algunas de esas graciosas invitaciones y dulces promesas de la Palabra de Dios, que nuestro Padre Celestial ha dado para seducirnos y atraernos al trono de la gracia.
Al hacerlo, su objetivo principal ha sido representar a Cristo Jesús como el único y suficiente Salvador y Sumo Sacerdote, a través del cual sólo podemos acercarnos a Dios, y sólo por cuya causa, Dios ha prometido bondadosamente escuchar nuestras oraciones, perdonar nuestros pecados, ayudar a nuestras enfermedades y concedernos cualquier cosa que Él sabe en su sabiduría infalible que es necesaria o conveniente para nosotros.