La historia de Cartagena es, en cierto modo, la de Colombia. Hay épocas durante las cuales Colombia no tiene más historia que la de Cartagena. La de Cartagena, es una historia de guerra y violencia, fenómeno que contrasta con el carácter apacible, y despreocupado de sus actuales moradores.
La enumeración de los principales episodios bélicos vividos por la ciudad dice todo: Baal en 1544; Côte en 1559; Hawkins en 1568; el celebérrimo de Drake, sangriento y destructor, en 1586; el ruinoso y terrible del barón de Pointis, en 1697, seguido de inmediato por el saqueo y pillaje de los piratas de Ducasse, que vinieron con aquél; el formidable ataque de Sir Edward Vernon, con una flota de 186 barcos, que tenía 63 unidades más que la tan mentada "Invencible Armada" de Felipe II; luego, en la guerra de emancipación, la revolución del Once de Noviembre, la toma de Castillo y Rada en 1814, los sitios sucesivos de Bolívar y Morillo en 1815 —este último devastador— y después el de Mantilla y Padilla, en 1821.
Durante la época republicana: el sitio del general Ignacio Luque en 1830; el bloqueo francés en 1834; el bloqueo inglés en 1836; el largo sitio puesto a la ciudad en 1840 por el general Carmona, durante la guerra de "los Supremos"; otro bloqueo inglés, en 1856, para cobrar la deuda Mackintosh; el sangriento e insensato sitio de Gaitán Obeso, en 1885 y por último, al final del siglo XIX, la pérfida amenaza de la flota italiana cuando la famosa "cuestión Cerruti". En total, 18 crisis bélicas, que habrían sido 19 si en 1932, cuando el conflicto de Leticia, la flota peruana logra atravesar el Canal de Panamá, como estuvo lista a hacerlo.
Sin embargo, no es solo de guerra y muerte de lo que está tejido el tapiz de nuestra historia, sino también de episodios misceláneos, muchos de ellos novelescos, donde se entrecruzan los personajes más disímiles: el conquistador, el pirata, el misionero, el santo, el almirante, el negrero, el brujo, el inquisidor, el sabio, el artista, el virrey de peluca empolvada, el héroe, el traidor, el poeta, el estadista, el ingeniero, el político.
Ha sido, la de Cartagena una historia fecunda, y desproporcionada con la importancia intrínseca de una ciudad que hoy sigue siendo, como la calificara Antonio de Ulloa en 1735, "como las de tercer orden en Europa".