Algunas veces preciso una caricia
para seguir el viaje.
Un suspiro de clavel,
una lágrima de viento,
un reflejo de lluvia...
Otras veces me alcanza con lo puesto,
apenas un tono por encima del tedio,
de la gris melancolía de los domingos
y la fresca ilusión de los lunes.
Casi todos los días me ilusiono con la vida
y mi alma se eleva, liviana como una chispa,
al encuentro de mis sueños.
en esos momentos,
creo que aún
todo es posible.