La habitación estaba a oscuras, así que me levanté y encendí la luz del cuarto. Era la única luz que estaba encendida, en toda la casa. Al sentarme al lado de ella, me abrazó y apoyó su cuerpo en mi pecho mientras me recostaba en la cama, extendí mi brazo y la abracé por la cintura, estuvimos en silencio por unos minutos. Después como un fuerte viento huracanado, mi voz áspera rompió ese silencio, tal vez diciendo algo inapropiado para el momento.
- Ani... Es mejor que me vaya, pueden venir tus padres y... - Ella me interrumpió y no me dejó que terminase de hablar.
- Pero Juan... Cómo me vas a dejar sola...Y si regresa esa persona...No me dejes sola por favor... Mis padres no van a venir ahora, llegaran por la mañana; igual que mi hermana. Además, ellos sabrán comprender. No me dejes, quédate aquí conmigo... - Dijo estas palabras casi llorando, en el fondo me quería quedar ahí con ella porque siempre había esperado esta oportunidad.
Así que no me hice de rogar y me quedé acompañándola.