Al cabo de una décadas se nos hace inevitable echar una mirada a lo que hemos escrito, gesto que invariablemente se acompaña de injusticias para con nosotros mismos, en la medida en que leemos, a veces con un asombro que nos impide reconocer nuestra voz envejecida, otras, abrumados por lo que consideramos excesos estilísticos, defectos, abusos, omisiones, en fin, siempre como avergonzados de una tarea que se nos fue imponiendo sin que nos percatáramos a tiempo.Comprobamos, entre otras cosas, que nuestros pequeños libros no existen en las librerías, o que solo sobreviven en alguna biblioteca de colegio, tal vez amparados más en la compasión del bibliotecario que en la demanda de los lectores. En un acto que resulta una mezcla de vanidad y un ajuste de cuentas, nos decidimos a publicar esta recopilación de los tres textos por los que sentimos más afecto, dejando a los otros cuatro a la suerte que les depare su destino, ese que inequívocamente les asignó Terencio: el de la inteligencia de sus lectores.Toda nuestra producción es breve, no por coqueteos estilísticos (que no faltaron), ni por mezquindad, aunque eso lo dirá mejor el lector, sino por la incapacidad de abarcar temas que en sumomento parecieron serios en grandes espacios textuales. Esa característica nos facilita recoger textos de Equivalencias, Fragmentos Sublunares y También el Humo Tiene su Forma, en este volumen que ahora dejamos en manos del lector, siempre confiando en su indulgencia, siempre esperando que la palabra secreta que hemos escondido sea leída por quien sabemos nunca estará presente.
Al cabo de una décadas se nos hace inevitable echar una mirada a lo que hemos escrito, gesto que invariablemente se acompaña de injusticias para con nosotros mismos, en la medida en que leemos, a veces con un asombro que nos impide reconocer nuestra voz envejecida, otras, abrumados por lo que consideramos excesos estilísticos, defectos, abusos, omisiones, en fin, siempre como avergonzados de una tarea que se nos fue imponiendo sin que nos percatáramos a tiempo.Comprobamos, entre otras cosas, que nuestros pequeños libros no existen en las librerías, o que solo sobreviven en alguna biblioteca de colegio, tal vez amparados más en la compasión del bibliotecario que en la demanda de los lectores. En un acto que resulta una mezcla de vanidad y un ajuste de cuentas, nos decidimos a publicar esta recopilación de los tres textos por los que sentimos más afecto, dejando a los otros cuatro a la suerte que les depare su destino, ese que inequívocamente les asignó Terencio: el de la inteligencia de sus lectores.Toda nuestra producción es breve, no por coqueteos estilísticos (que no faltaron), ni por mezquindad, aunque eso lo dirá mejor el lector, sino por la incapacidad de abarcar temas que en sumomento parecieron serios en grandes espacios textuales. Esa característica nos facilita recoger textos de Equivalencias, Fragmentos Sublunares y También el Humo Tiene su Forma, en este volumen que ahora dejamos en manos del lector, siempre confiando en su indulgencia, siempre esperando que la palabra secreta que hemos escondido sea leída por quien sabemos nunca estará presente.